El riesgo de que se produzcan reacciones adversas, tanto sistémicas como locales, aumenta con la duración del tratamiento o con la frecuencia de la administración. Las perturbaciones psíquicas tambien pueden estar relacionadas con la dosis.
Con la inyección local pueden aparecer lesiones en tejidos articulares o reacciones alérgicas locales.
Son de incidencia menos frecuentes: Visión borrosa, polidipsia, disminución del cremiento en niños y adolescentes, escozor, dolor y hormigueo en la zona de la inyección, perturbaciones psíquicas (obnulación, paranoja, psicosis, ilusiones, delirio), rash cutáneo.
Durante el uso en el largo plazo pueden darse: Ardor abdominal, melena, sídrome de cushing, hipertensión, calambres, mialgias, náuseas, vómitos, debilidad muscular, miopatía por esteroides, hematomas no habituales.